Ballena yubarta atrapada en una red de pesca que fue rescatada en Mallorca el pasado mes de mayo. Foto: Pedro Riera.
El mes de junio ha sido intenso, con mucha actualidad de relevancia para el futuro del medio marino a nivel global, nacional y balear. La conferencia de las Naciones Unidas de los Océanos, que tuvo lugar en Lisboa del 27 de junio al 1 de julio, debe ser un punto de inflexión que nos permita dejar atrás lo que en palabras de las Naciones Unidas ha sido un “fracaso colectivo”, para garantizar la protección de nuestro mar y encaminarnos hacia el éxito colectivo de la protección de la biodiversidad marina a nivel global.
Más de 150 países se han comprometido a conservar o proteger como minim el 30 % de los océanos con áreas marinas protegidas y otras medidas de conservación efectivas en 2030. Sin embargo, estas promesas no son creíbles si no garantizamos una gestión efectiva de lo que ya hemos protegido. Durante la conferencia, la Med Sea Alliance – de la cual formamos parte – presentó un estudio sobre las infracciones que la flota arrastrera de países de la UE ha cometido pescando en zonas protegidas con hábitats vulnerables. Los resultados ilustran los casos documentados de embarcaciones italianas, francesas y españolas que en los últimos 15 años han pescado ilegalmente sobre hábitats protegidos como el coralígeno, el maërl y la posidonia. Una práctica que, a pesar de no ser la norma en nuestro mar, también se ha documentado en Baleares. Hay que acabar con estas prácticas y hacer cumplir la legislación vigente.
Pero esto solo es una parte del problema. Hace pocas semanas las imágenes de la ballena iubarta que fue encontrada y heroicamente liberada en aguas baleares, a pesar de que poco después murió en las costas de Valencia, puso de relieve que todavía hay barcas de pesca (todas ellas de fuera de Baleares) que usan redes de deriva. Las redes de deriva–también conocidas como “cortinas de la muerte”– son unos aperos que están prohibidos desde 2003, pero que desgraciadamente algunos países como Marruecos siguen usando.
Hablando de ilegalidades, aprovechamos este editorial para condenar enérgicamente la práctica de tirar atunes muertos al fondo del mar. Atunes que se pudren y se descomponen en medio del mar y que demasiado a menudo acaban putrefactos en las redes de barcas de arrastre baleares con graves consecuencias económicas. Se sospecha que el origen del problema está en las empresas que pescan y transportan atunes vivos desde aguas baleares a la península para ser engordadas en granjas marinas. Durante el trayecto, hay atunes que mueren por estrés, y para que no cuenten en la cuota máxima de atún que pueden pescar, los echan al fondo del mar. Ha llegado el momento de hacer un esfuerzo colectivo para acabar con todas estas ilegalidades, dejar atrás el fracaso y empezar a andar hacia el éxito.
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Apariciones en prensa
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