Foto: David Arquimbau Sintes
La protección y mejora del mar Balear es una responsabilidad compartida. En una economía como la nuestra, es evidente que para lograrla hace falta, además del apoyo de pescadores y navegantes, el compromiso de la industria turística. Sin este, será muy difícil lograr el objetivo colectivo de transformar las Baleares en un referente en conservación marina.
Esta implicación del sector del turismo se tiene que hacer como mínimo a tres niveles: trabajando para reducir el impacto a escala empresarial; invirtiendo en la mejora del entorno natural del cual depende la actividad turística (y no tan solo en su propiedad, jardín o trozo de playa) y, por último y muy importante, usando la fuerza e influencia que tiene para dar pasos de gigante en conservación marina en lugar de ir arrastrando los pies.
La realidad es que todavía estamos muy lejos de un sector turismo plenamente implicado en el cuidado y custodia del mar Balear. Aunque el turismo se beneficia enormemente de un mar y una costa en buen estado, hasta ahora a iniciativa propia ha invertido muy poco en su cuidado y conservación, y no ha puesto todo su peso e influencia en esta causa.
Aun así, hemos visto señales de mejora en los tres frentes. La mayor parte del sector turístico ya está trabajando para reducir su impacto, implementando medidas para reducir el consumo de agua, las emisiones de carbono o la generación de residuos, o para comprar producto local. La huella ecológica está entrando en del balance de resultados y lo hará todavía más después de la entrada en vigor de la Directiva Europea sobre Información Corporativa en materia de Sostenibilidad.
En los últimos años también hemos empezado a ver algunas acciones destacables de empresas del sector que se implicaban en conservación marina. Fundatur, grupo RIU o TUICare Foundation –esta con medio millón de euros–, han hecho aportaciones económicas significativas para la conservación del mar Balear. Se trata de donaciones que la Fundación Marilles redistribuye íntegramente a proyectos y entidades locales, con más probabilidad de impacto. Nos han permitido avanzar planes para restaurar bahías somas, en la mejora y ampliación de áreas marinas protegidas o para coproducir con IB3 la inigualable serie Arxipèlag Blau, entre otras muchas actividades.
También cabe destacar el amplio apoyo que las empresas hoteleras y del sector turístico han dado al Pacto Azul Balear. Hay que celebrar que hace poco más de un año un grueso muy representativo de la industria turística de las Baleares se significó públicamente a favor de esta iniciativa pidiendo más acción política y más financiación para la protección del mar balear. Esperamos que sea el primero de muchos pasos que permitan dar visibilidad al compromiso de la industria del turismo con la conservación marina de estas islas y de su patrimonio natural.
Pero, tal y como ya reconoce el mismo Pacto Azul Balear, no podemos hablar de conservación marina ni de turismo de calidad sin hacer mención a una variable clave: la cantidad. Tenemos que hablar del volumen de turistas que visitan nuestras islas y de la creciente presión demográfica.
Si no trabajamos la cantidad no podremos tener un turismo de calidad ni un mar bien conservado. Esta obviedad ha sido motivo de polémica durante las últimas décadas. Ahora bien, después del sorprendente – y bienvenido– anuncio de la presidenta Prohens la semana pasada reconociendo que las Baleares tienen que reducir la cantidad de turistas, parece que entramos en un nuevo contexto.
Después de años escuchando que tenemos que crecer en valor y no en volumen, esperamos que finalmente se pueda pasar de las palabras a la acción. Mientras buscamos las mejores fórmulas para reducir la presión demográfica en las Islas, ahora más que nunca hace falta que el sector turismo y el Govern refuercen y demuestren – respectivamente – su compromiso con la protección y regeneración del mar balear.
Aniol Esteban - Director