Las áreas marinas protegidas (AMP) se crean principalmente por dos motivos. Uno de ellos es mejorar el rendimiento pesquero, como es el caso de las 11 reservas marinas que tenemos en Baleares, de las cuales dos –Sa Dragonera y Levante– son compartidas con Madrid. El otro motivo es la conservación de la biodiversidad, hábitats y especies de alto valor ecológico. En esta categoría entran los parques nacionales como Cabrera; parques naturales como Ses Salines en Ibiza, s'Albufera des Grau en Menorca, o Es Trenc en Mallorca; reservas naturales y zonas Natura 2000. La buena noticia es que estos dos objetivos se retroalimentan. Una reserva marina creada con objetivos pesqueros beneficia la conservación de hábitats y especies, y a la inversa.
La otra buena noticia es que además de estos beneficios evidentes, las reservas proporcionan otros muchos bienes y servicios. Generan valor y oportunidades para el desarrollo de actividades económicas como el buceo, la náutica y la educación en la naturaleza; son un atractivo turístico que puede generar beneficios directos e indirectos para el comercio, la restauración y la economía local; y son fuente de disfrute, ocio y bienestar para residentes y turistas.
Para obtener todos estos beneficios, tenemos que invertir recursos. Hay que tener programas de gestión e investigación para hacer un buen seguimiento, una vigilancia efectiva, una gobernanza funcional y, sobre todo, una buena financiación. Baleares tiene una buena red de áreas marinas protegidas que han dado buenos resultados, pero que todavía está muy por debajo de su potencial. Ampliar, fortalecer y consolidar las AMP tiene que ser una prioridad dentro de la estrategia de recuperación económica de Baleares y del resto del estado.
