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¿Posidonia en 2050?

Publicado 11.03.2022

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¿Posidonia en 2050?

¿Posidonia en 2050?

Hemos dicho muchas veces y lo seguiremos diciendo alto y fuerte: la amenaza más grave para la vida marina del mar Balear y el Mediterráneo es el cambio climático. El calentamiento de las aguas, la subida del nivel del mar y una mayor frecuencia de fenómenos meteorológicos extremos producen impactos como la desaparición de especies y hábitats y la llegada de especies invasoras. Se trata de un cóctel de consecuencias imprevisibles, no solo para el equilibrio de los ecosistemas marinos, sino para las muchas actividades económicas que dependen de ellos, como la pesca o el turismo. 

El nuevo informe del Panel Internacional sobre el Cambio Climático (IPCC) publicado hace pocos días –eclipsado por los acontecimientos en Ucrania– nos recuerda que los esfuerzos actuales están por debajo de lo necesario y predice que con el escenario actual las praderas de posidonia desaparecerán del Mediterráneo en 2050. Un dato tan estremecedor como posible. Sabemos que la posidonia sufre mortalidades elevadas cuando la temperatura sube de 28 ºC –como ha pasado los últimos veranos en Baleares– y que esto pasará cada vez más. 

¿Quiere decir que tenemos que parar nuestros esfuerzos para conservar este valioso hábitat que tantos beneficios nos proporciona? En absoluto. En primer lugar, porque cuanto más sanas estén nuestras praderas, más capacidad tendrán para responder al impacto climático; en segundo lugar, porque tenemos la esperanza de que haya ejemplares que puedan demostrar resistencia y capacidad de adaptación; y, en tercer lugar, porque los rizomas (tallos) enterrados de la posidonia actúan como “tapón” que evita la liberación de todo el carbono acumulado bajo la pradería durante centenares y miles de años. No nos podemos permitir el lujo, ni de perder este valioso hábitat tan característico del Mediterráneo y las Baleares, ni de liberar miles de toneladas de carbono que ahora mismo están enterradas. 

El informe del IPCC nos recuerda la necesidad de acelerar la transición energética, sustituyendo energías fósiles como el gas por energías renovables como la solar y la eólica. Pero también tiene consecuencias para aquellos productos de compensación de carbono vinculados a la conservación de plantas marinas. Aquellas empresas o instituciones que quieran compensar sus emisiones invirtiendo en proyectos de conservación o restauración de praderas de plantas marinas, vegetación de humedales o manglares, deberán revisar sus estrategias para confirmar que dichos proyectos garantizan un ahorro neto de emisiones a largo plazo. Y las predicciones del IPCC nos dicen que la posidonia ya no cumple dicha garantía. 

Los proyectos de conservación de posidonia son más necesarios que nunca por los múltiples beneficios que nos aporta este hábitat, pero no se sostienen como productos de compensación de carbono. La opción más segura y prioritaria siempre será reducir las emisiones, en lugar de compensarlas invirtiendo en proyectos de carbono azul.