"Si tienes espacios marinos protegidos, en tres años tendrás más peces, y pescarás de forma sostenible para el resto de tu vida"
Publicado 04.11.2024
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Zafer Kizilkaya con Almendra, una de las focas monje que habitan en Gökova.
Zafer Kizilkaya es un verdadero pionero en la conservación marina en Turquía y un ejemplo de compromiso visionario con el medio ambiente. Desde sus primeros días buceando y trabajando con tortugas, Kizilkaya se dedicó a restaurar el océano con una intensidad poco común, logrando unir comunidades de pescadores, científicos y gobierno en un esfuerzo monumental. Su proyecto en la bahía de Gökova, donde logró crear los primeros Espacios Marinos Protegidos (EMP) del país, transformó un ecosistema devastado en un hábitat próspero y lleno de vida en solo cinco años y le valió el premio Goldman Environtmental. Este proyecto no solo revitalizó la biodiversidad marina, trayendo de vuelta a especies emblemáticas como los tiburones y las focas monje, sino que también dio nueva esperanza a las comunidades pesqueras locales, demostrando que la sostenibilidad puede coexistir con la prosperidad económica. Kizilkaya ha demostrado que la conservación marina no solo es posible, sino que puede inspirar y transformar a toda una región, un logro que resuena en cada rincón del Mediterráneo y se convierte en un modelo a seguir para la protección de nuestros mares. Hablamos con él tras una conferencia que dio en Palma este otoño, en la que dejó al público literalmente con la boca abierta.
¿Cómo nació tu interés por la conservación marina?
El océano me interesa prácticamente desde que tengo memoria. Cuando estudiaba ingeniería en la universidad, iba a bucear todos los fines de semana. En aquella época, en los años 80, empecé a trabajar con tortugas marinas y me di cuenta de que la conservación del océano es tan importante que no iba a dedicarme a otra cosa. Después de graduarme, fui a Indonesia para trabajar en conservación e investigación marina y llevé a cabo varias expediciones en el Sudeste Asiático y el Pacífico Oriental.
Fue una foca monje la que lo cambió todo.
Así es. Tras un largo tiempo en el Indo-Pacífico, regresé a Turquía en 2006. Por aquel entonces, yo era cofundador de una ONG, y estábamos cuidando de una cría de foca monje varada. Me ocupé de ella y la liberé en la bahía de Gökova. Hice algunas inmersiones para hacer seguimiento de su estado, y observé que la bahía estaba completamiente desierta, como si hubiese habido una guerra nuclear. Me sorprendió porque en la parte terrestre hay un bosque frondoso y zonas vírgenes, pero bajo el agua no había vida. Invité a Enric Sala y a Kike Ballesteros para tratar de averiguar qué pasaba, y descubrimos que aquella era la zona con menor cantidad de peces de todo el Mediterráneo. Entonces fue cuando me propuse establecer el primer espacio altamente protegido en la bahía de Gökova.
¿Cómo lo hiciste?
Para empezar, a lo largo de un año se lo conté a más de 120 familias de pescadores. Hablé con cada una de ellas y les convencí de que si tienes espacios marinos totalmente protegidos, en tres años tendrás más peces, y pescarás de forma sostenible para el resto de tu vida.
¿Y cuál fue su respuesta?
Al principio, todos los pescadores estaban en contra. Pero en 2009 la pesca colapsó en esa zona. Una parte muy importante de los ingresos de la pesca local provenían del mero y el camarón, y estas dos especies simplemente desaparecieron. Este colapso fue algo así como una ventaja para mí. La situación había empeorado tanto que los pescadores se acercaron a mí de nuevo y me dijeron “hagamos lo que tengamos que hacer”. Después llegaron las negociaciones con otras partes interesadas. Gobierno, funcionarios... tuvimos que hablar con mucha gente, pero en 2010 las zonas de prohibición de pesca y la mitad de la bahía se cerraron a la pesca industrial.
¿Cómo convenciste a las autoridades para que declararan los EMP?
Bueno, a finales de 2009 todas las cooperativas pesqueras de la bahía dieron su consentimiento por escrito de que querían tener esas zonas protegidas. Así que tenía cartas oficiales de cada comunidad. Y luego tuvimos una gran reunión en Ankara en la que explicamos al Gobierno que necesitábamos Espacios Marinos Protegidos para recuperar el fondo marino.
"Es la primera vez que los miembros de la comunidad pesquera, los gobiernos y todas las partes interesadas se ponen de acuerdo para crear zonas totalmente protegidas para la biodiversidad y la conservación de las poblaciones de peces."
Con el tiempo y gracias a esta experiencia, ¿ha cambiado la percepción de la comunidad local sobre la conservación marina?
No inmediatamente. Hubo momentos de mucha tensión, porque al principio todos los miembros de la comunidad obedecían la ley, pero había muchos otros pescadores ilegales que seguían pescando en esas zonas. Era una situación injusta para los pescadores, y además no había recursos para controlar las infracciones porque los guardacostas estaban muy ocupados con el tráfico ilegal de personas, tratando de salvar a las personas que se ahogaban entre Turquía y las islas griegas.
A esta situación también le encontraste remedio.
Decidí establecer nuestro propio programa de vigilancia. Para ello necesitaba la autorización del Ministro, así que fui a verle y se la pedí. Después de obtener su permiso, comenzamos a entrenar a ex pescadores locales para que controlaran la pesca ilegal y enviaran la información que recopilaban a los guardacostas turcos. Estos vigilantes sabían de dónde venía la pesca ilegal, pero al principio su trabajo fue muy duro, incluso llegaron a dispararles y agredirles. Por suerte, la Guardia Costera nos apoyó, porque hacíamos lo correcto. Sólo intentábamos detener la actividad ilegal.
Es un proceso muy largo y con muchos obstáculos. ¿Has estado tentado de tirar la toalla?
No lo estuve porque sabía que era la única solución y porque volví de Indonesia sólo para esto, estaba muy decidido a tirar adelante. Teníamos que empezar por algún sitio, y ha sido una especie de momento histórico para Turquía, porque es la primera vez que los miembros de la comunidad pesquera, otras partes interesadas, los gobiernos y todas las partes interesadas se ponen de acuerdo para crear zonas totalmente protegidas para la biodiversidad y la conservación de las poblaciones de peces.
"Las colonias de esponjas comenzaron a crecer. Los peces volvieron. Los tiburones volvieron. El número de focas monje aumentó. En sólo cinco años, la capacidad del océano para recuperarse fue espectacular."
¿Qué resultados has observado en la bahía de Gökova desde el inicio del proyecto?
Al final del quinto año desde que se cerraron los espacios marinos, limpiamos todos los sedales desechados, quizá miles de kilómetros de sedales. Recogimos uno a uno todos los aparejos de pesca desechados, redes y todo lo demás. Y en el quinto año, el ecosistema había cambiado. Las colonias de esponjas comenzaron a crecer. Los peces volvieron. Los tiburones volvieron. El número de focas monje aumentó. En sólo cinco años, la capacidad del océano para recuperarse fue espectacular.
El ecosistema marino balear se enfrenta a los efectos del turismo de masas, el cambio climático y la presión demográfica. ¿Crees que los planteamientos utilizados en Gökova podrían aplicarse aquí?
Sí, podrían aplicarse en cualquier lugar. Sé que aquí en Baleares también hay algunas zonas de prohibición de pesca, aunque desconozco hasta qué punto se garantiza el cumplimiento de la ley, y qué dice el seguimiento científico. En Gökova los ingresos de los pescadores han aumentado desde 2010 y siguen aumentando. Cada año capturan más peces y de mayor tamaño, y por eso la gente confía en la eficacia de los Espacios Marinos Protegidos. El siguiente paso que queremos dar es separar zonas de pesca artesanal de la pesca recreativa. El número de pescadores recreativos aumenta cada día en todo el mundo, especialmente en el Mediterráneo, y cada vez están mejor equipados.
¿Qué consejo darías a las organizaciones que trabajan para alcanzar los objetivos de protección marina en las Islas Baleares?
Supongo que hay que saber mantener el entusiasmo, tener muy en cuenta que nos movemos en un terreno en el que intervienen muchos actores y saber utilizar cada caso de éxito para avanzar. Si somos una organización no gubernamental que trabaja con cooperativas pesqueras, universidades, instituciones gubernamentales, guardacostas... Debemos encontrar la manera de poder sentarnos en una mesa y discutir los problemas de la pesca ilegal o la sobrepesca, por ejemplo. En Turquía, hasta hace poco estas comunidades locales no tenían visibilidad. Así que alguien en Ankara, en la capital, ha estado decidiendo todas las normativas sin estar sobre el terreno. Contagiad vuestro entusiasmo a los funcionarios del gobierno. Llevandlos al mar para que se emocionen y conecten con el sentido de su trabajo, porque muchas veces su vida diaria en la oficina los aleja de la realidad sobre la que están influyendo. Si les mostráis resultados, si sois constantes y les implicáis, con el tiempo os ganaréis su confianza y su apoyo.
TEST RÁPIDO PARA ENAMARADOS
Un libro: Atún, una historia de amor de Richard Ellis o El viaje de la tortuga: En busca del último dinosaurio de la Tierra, de Carl Safina.
Una imagen que te evoque el Mediterráneo: Es el único mar donde se puede saltar para nadar. Tan tranquilo, tan limpio, tan seguro. No puedes nadar en el resto de océanos. Es mi hogar. Olivos + agua de mar, esta es mi imagen mediterránea. Todas las civilizaciones surgieron en el Mediterráneo gracias a sus recursos (aceitunas, higos, pescado...).
Una especie marina: la foca monje.
Una persona u organización de referencia: Enric Sala.
Una playa: Patara, la playa más larga del Mediterráneo.
¿Optimista, pesimista o realista? Optimista.