Nachrichten

La calidad del agua: una advertencia que ya no podemos ignorar

Veröffentlicht 20.11.2025

Teilen

La calidad del agua: una advertencia que ya no podemos ignorar

Puede que algunos de vosotros no sepáis exactamente a qué nos referimos cuando hablamos de calidad del agua de mar. Puede parecer un tema técnico, alejado de vuestra vida diaria, pero la calidad del agua de mar es esencial para la salud del mar y para nuestra salud también.

La calidad del agua marina determina si las aguas de nuestras playas se mantendrán transparentes, si tendremos praderas marinas sanas, si la pesca tendrá futuro, y si podremos mantener un modelo de coexistencia con nuestro entorno que no trabaje en contra del propio mar. En definitiva, la calidad del agua de mar es la base que sostiene la riqueza natural, social y económica de Baleares.

¿A qué nos referimos cuando hablamos de calidad del agua?

Cuando hablamos de calidad del agua marina, nos referimos a un conjunto de factores físicos, químicos y biológicos que indican si el agua puede sostener un ecosistema sano. Dicho de otra manera: es el proceso de evaluar si hay demasiados contaminantes, demasiados nutrientes, demasiados residuos... o si, por el contrario, el mar tiene la capacidad de mantener su biodiversidad característica. Si el agua de mar pierde esta calidad, la vida marina sufre, y nosotros también.

No podemos tener ecosistemas sanos y con gran biodiversidad sin una buena calidad del agua de mar. Proteger áreas marinas tampoco serviría de nada si no se asegura la calidad del agua. Por lo tanto, es un requisito imprescindible antes de cualquier otra estrategia de conservación.

La primera regla para ayudar al mar a recuperarse: Dejarlo respirar

A menudo pensamos que cuidar el mar significa emprender grandes proyectos. Pero la ciencia es clara: lo mejor que podemos hacer es eliminar las presiones que lo dañan. Es lo que se conoce como restauración pasiva. Lo hemos visto en las reservas marinas: cuando se deja de pescar, los peces regresan, las poblaciones se recuperan y la vida recupera espacio. Lo mismo ocurre con la calidad del agua de mar: cuando reducimos los factores de estrés, el mar responde.

Las aguas costeras de Baleares son no solo un inmenso patrimonio natural, sino también un termómetro de nuestro modelo de coexistencia con el entorno. La transparencia de las aguas, la salud de las praderas de Posidonia oceanica, o la presencia de especies sensibles nos dicen mucho más de lo que parece: nos indican si lo que hacemos en tierra y en el mar -a través de nuestras ciudades, la gestión de residuos, el tratamiento de aguas residuales, el turismo y la náutica- está en armonía con el mar o, por el contrario, si lo está llevando al límite.

¿Y cuál es el estado del agua de mar en las Illes Balears?

Los datos de los últimos años apuntan hacia una tendencia preocupante: la calidad de nuestras aguas está disminuyendo progresivamente. Y las causas son múltiples y acumulativas:

  • Vertidos de aguas residuales y de aguas pluviales no tratadas o mal tratadas.

  • Desbordamientos después de tormentas.

  • Nutrientes y materia orgánica que llegan al mar desde el alcantarillado, fosas sépticas o embarcaciones de recreo.

  • Contaminación difusa: plásticos, metales pesados, hidrocarburos, cremas solares, pinturas de barcos.

  • Impactos físicos como dragados, fondeos u obras en la costa.

  • Y, como capa final, el cambio climático: menores niveles de oxígeno, aguas más cálidas, más episodios críticos.

Todo esto no es una lista abstracta. Tiene consecuencias reales: afecta a la biodiversidad, a las praderas de posidonia, a la pesca, al turismo y, en definitiva, a nuestra relación con el mar.

También hay buenas noticias

Disponemos de varios ejemplos donde las políticas audaces han funcionado. En lugares donde se ha mejorado el tratamiento de aguas o se han reducido los impactos, la vida marina ha respondido con fuerza. Son casos que demuestran que el mar es generoso cuando le permitimos curarse.

¿Y ahora qué? Soluciones, colaboración y valentía

No se trata solo de diagnosticar problemas, sino de buscar caminos compartidos. Administraciones públicas, científicos, organizaciones conservacionistas y ciudadanía compartimos un objetivo común: revertir esta tendencia. Y tenemos el conocimiento y la tecnología para hacerlo.

Pero la información científica no sirve de nada si no llega a la gente. Necesitamos que forme parte del debate público, que nos ayude a entender que una playa con agua turbia no es "mala suerte", sino una advertencia. Que inspire políticas que miren más allá del titular fácil y que guíe las decisiones cotidianas.

La calidad del agua marina no es solo una cuestión ambiental. Es un indicador de cómo coexistimos con nuestro entorno. Es un espejo que nos devuelve la imagen del modelo que queremos: uno sostenible y respetuoso, o uno cortoplacista y degradante. Avanzar hacia una nueva manera de entender el mar significa asumir que todos tenemos un papel. El mar nos habla constantemente a través de su claridad, de sus praderas y de su temperatura. La pregunta es: ¿estamos escuchando?

Raquel Vaquer - Coordinadora Informe Mar Balear